sábado, 23 de noviembre de 2013
sábado, 16 de noviembre de 2013
OJOS PARDOS
OJOS PARDOS
Por sendas
Y el horizonte,
de silencio
lejos,
deambulaban mis sueños, allá esperaba,
esperando que el horizonte mirando nuestro nido
los cobijara.
y sus ojos pardos.
Pero sus ojos pardos
me amarraron un día
a la roca de su cariño.
Y yo me quedé quieta
como en un nido.
Los vientos me trajeron
los aromas de flores,
las palomas que arrullan,
los silentes capullos
que ya se abrían.
Y cuando él quiso
tener su fiesta
y esconderse detrás
de las nubes rosas,
yo me resistí un poco,
pero sabiendo,
que al fin me ganaría
y me iría subiendo
a la alta montaña
de sus anhelos.
Los fríos de los inviernos
allá pasaban
sujetando las bridas
con gran esfuerzo,
de los momentos diarios
que escapaban montados
sobre los tiempos.
domingo, 10 de noviembre de 2013
Noticias
NOTICIAS:
Las poesías Hermana y Mi palabra y tú han sido ilustradas con dos acuarelas que forman parte de la Exposición que se llevará acabo el próximo 29 de Noviembre en Sarmiento 724, Rosario, a las 19.30 Hs. La galería patrocinante lo publica en su página :www.arterosario.net
Las poesías Hermana y Mi palabra y tú han sido ilustradas con dos acuarelas que forman parte de la Exposición que se llevará acabo el próximo 29 de Noviembre en Sarmiento 724, Rosario, a las 19.30 Hs. La galería patrocinante lo publica en su página :www.arterosario.net
sábado, 2 de noviembre de 2013
SINFONÍA
Sinfonía
(Página 12 dijo que
se han puesto en esta poesía, sobrias pinceladas y ternura)
Tomemos un café,
dijo.
Era sólo un descanso
en la labor.
Si no estás con auto,
tengo el mío.
No. Mentí. Estoy a
pie. Por compartir el suyo.
No sé. No era yo. Es
que estaba volando.
Y me asustaba esa
seriedad embigotada.
Su mirada detrás del vidrio
de botella.
¿Qué estoy haciendo? Y llegó el café.
Palabras
intrascendentes. Lugares comunes. Lo de siempre.
¿Por qué me trajiste
tan lejos a tomar un café?, pensé.
¿Otro café más?
Pero no. Era un café
distinto.
En la Cortada 70, nada menos. La creme de la
creme.
Cada uno de nosotros
estaba abigarrado a cada lado de la mesa pequeña.
De acá no sale nada.
De acá tampoco. Había
silencios largos. Irracionales.
La razón era la menos
presente.
Mientras, por un
rincón del tiempo se escapaba la noche.
Pero nuestro tiempo
se había quedado quieto.
Ahí.
Esperando un milagro.
Por fin, el cuerpo
vino en ayuda.
Por debajo de la
mesa, su rodilla rozó la mía.
¿Fue sin querer? ¿O
fue queriendo?
Ambiente penumbroso,
con gente parloteando.
¡Sí! ¡Fue queriendo!
Y no pasaron más
cosas, que todas las cosas juntas.
Veinticinco años de
vidas entramadas.
Un eco en mi
silencio. Una palabra en mi palabra.
El vibrar del violín
por detrás de las violas.
El piano que respeta
los tiempos del oboe. Y entre todos, la enorme sinfonía de la vida.
Un hombre que está
ahí. Pendiente de mis mil cosas pequeñas.
Pero uno a veces cree
que lo mató el tiempo y la ausencia.
¡No!. Lo pequeño está
ahí.
En un rincón. En un
papel o en un cajón.
Como ladrón acechando
detrás de las puertas.
Como hojas muertas
que el viento lleva acá y allá. Pero sonríen entre sí.
Y nos tejen la vida. Sin
decir lo que dicen.
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