sábado, 2 de noviembre de 2013

SINFONÍA


Sinfonía

(Página 12 dijo que se han puesto en esta poesía, sobrias pinceladas y ternura)

 

Tomemos un café, dijo.

Era sólo un descanso en la labor.

Si no estás con auto, tengo el mío.

No. Mentí. Estoy a pie. Por compartir el suyo.

No sé. No era yo. Es que estaba volando.

Y me asustaba esa seriedad embigotada.

Su mirada detrás del vidrio de botella.

¿Qué estoy haciendo?  Y llegó el café. 

Palabras intrascendentes. Lugares comunes. Lo de siempre.

¿Por qué me trajiste tan lejos a tomar un café?, pensé.  

¿Otro café más?

Pero no. Era un café distinto.

 En la Cortada 70, nada menos. La creme de la creme.

Cada uno de nosotros estaba abigarrado a cada lado de la mesa pequeña.

De acá no sale nada.

De acá tampoco. Había silencios largos. Irracionales.

La razón era la menos presente.

Mientras, por un rincón del tiempo se escapaba la noche.

Pero nuestro tiempo se había quedado quieto. 

Ahí.

Esperando un milagro.

Por fin, el cuerpo vino en ayuda.

Por debajo de la mesa, su rodilla rozó la mía.

¿Fue sin querer? ¿O fue queriendo?

Ambiente penumbroso, con gente parloteando.

¡Sí!  ¡Fue queriendo!

Y no pasaron más cosas, que todas las cosas juntas. 

Veinticinco años de vidas entramadas.

Un eco en mi silencio. Una palabra en mi palabra.

El vibrar del violín por detrás de las violas.

El piano que respeta los tiempos del oboe. Y entre todos, la enorme sinfonía de la vida.

Un hombre que está ahí. Pendiente de mis mil cosas pequeñas.

Pero uno a veces cree que lo mató el tiempo y la ausencia.

¡No!. Lo pequeño está ahí.

En un rincón. En un papel o en un cajón.

Como ladrón acechando detrás de las puertas.

Como hojas muertas que el viento lleva acá y allá. Pero sonríen entre sí.

Y nos tejen la vida. Sin decir lo que dicen.

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